Capítulo Siete: MAL KARMA!

Pasaron varias semanas desde que decidimos crear el malvado Plan para vengarnos de Mario. Cosa que, realmente, no significa que lo creáramos. Decidir hacer algo y hacerlo son dos cosas radicalmente distintas y nosotros lo sabíamos. Los días siguientes a la reunión de las Hija de Bitch en casa de Hugo tomamos la decisión de reunirnos cada tarde para comer y ponernos a planear cosas; pero nos enganchábamos a ver el Sálvame (primero con la excusa de aprender a ser malas, luego ya por puro placer) y nos pasamos medio verano sin hacer ni el huevo y abandonando nuestros deberes de delincuentes.

El otoño se acercaba y lo más emocionante que nos había pasado fue la fiesta que nos pegamos en el Circuit Festival, el pedo tremendo que se agarró Raúl y el polvo a no-sé-cuantas bandas que echó Hugo en uno de los baños. Yo me había mareado y estaba en una grada abanicándome y recibiendo proposiciones indecentes de un señor que, creo, era descendiente de Tutankamón. Pero descendiente en plan hijo; nieto como mucho. Osea, que debía tener como tres mil años.
El resto del verano lo habíamos pasado de playa en playa y de fiesta en fiesta. Hugo sacaba el tema de la venganza porque insistía en que le destrozáramos el coche a Mario. Raúl le calló una tarde de domingo de resaca diciendo una tontería sobre la venganza, los platos fríos y el Fairy. Yo no lo entendí entonces y no lo entiendo ahora pero a Hugo debió llegarle muy hondo (lo que le dijo Raúl o lo que se había metido la noche anterior) y estuvo bastante tiempo que no mencionaba el tema; de hecho, cada vez que sentía ganas de partirle la cara a Mario, se metía en el BoyBerry se quedaba más ancha que larga.
¿Qué hacía yo? Pues volver al trabajo después de las vacaciones, morirme de asco y sacar el tema de mi ex Alberto cada vez que tenía ocasión.
Sí, lo reconozco. El tema del famosísimo Plan fue un chasco. Un fraude. Un flop. Pero también lo fue el Hard Candy de Madonna y ahí estábamos nosotras, en primera fila el día del concierto.

Pero ya sabes lo que tiene el karma: que el día menos pensado va y te pega un hostión que no te esperabas. Y, al parecer, eso fue lo que le pasó a Mario. El ex de Hugo. Pero no adelantaré acontecimientos. Era sábado por la tarde, yo estaba en casa pensando si me hacía falta salir para comprarme alguna otra camiseta o si con mis Yulupuki ya tenía bastante; y sonó mi móvil. En la pantalla, su nombre. El demonio en persona me llamaba. ¡A mí!
- Hola Alberto.
- Hola – dijo él.
- Hola – dije yo.
- Hola – volvió a decir él.
- Sí, hola.

Un momento de silencio.

- ¿Qué tal? – preguntó él.
- Bien… bien… ¿y tú?
- Aquí… tirando… con mis cosillas y tal…
- Ah… guay… ¿la familia bien?
- Sí. Todos bien, sí.

Otro momento de silencio.

- ¿Querías algo? – pregunté yo, harto de tanta tontería.
- Pues… la verdad es que sí. Quería pedirte un favor pero claro… después de todo lo que ha pasado… no sabía siquiera si me ibas a coger el teléfono.
- Hombre, ahora que lo dices yo también me sorprendo de haber contestado.
- Sé que me porté fatal contigo.
- Hombre… fatal… fatal… no –dije yo-. Te portaste como un hijo de la gran puta.
- Ya… jejejeje.

Espera. ¿JEJEJEJE? ¿¿QUÉ COÑO TIENE DE GRACIOSO?? Mira, yo sé que no os he contado todo lo que me hizo este maldito bastardo. Pero no era para soltar un “Ya… jejejeje”. Si Alberto fuera un ex de Madonna, la rubia habría conseguido legalizar el asesinato para cepillárselo ella misma y luego grabar un single que rompiera el Billboard.

- ¿Y qué OTRO favor quieres pedirme?
- Pues… quería invitarte…
- ¿A tomar café para explicarme por qué me hiciste lo que me hiciste y pedirme perdón?
- A mi boda.

Yo y mi puta manía de no dejar a los demás terminar sus frases.
Mira, no te voy a engañar. El teléfono se me cayó al suelo. Estuve como en la serie esa de FlashForward, viendo mi futuro durante un rato. Me vi a mí mismo en esa boda, sonriendo como un imbécil ante un montón de invitados que me miraban fijamente sabiendo que yo era el imbécil que había topado con Alberto en su mala época y que no había conseguido lo que su actual novio sí: convertirlo en un hombre hecho y derecho.
Yo y mi puta manía de montarme películas. Cuando conseguí recuperarme del susto, del espanto, del pánico y del terror (y de los celos, la envidia, la rabia y la ira) y articulé la primera pregunta (“¿Con quién coño te casas?”) descubrí que el muy hijo de la gran puta se casaba ¡¡¡con una mujer!!!

- QUÉ-FUER-TOR –dijo Hugo, cuando se lo expliqué a él y a Raúl, sentados en una mesa de la cafetería de El Corte Inglés.
- Lo sé –dije yo-. Aún no sé cómo sobreviví a ese impacto.
- Si has sobrevivido a la Loba de Shakira, sobrevives a cualquier cosa tía – dijo Raúl.
- ¿Y qué más te dijo? – preguntó Hugo.
- Pues nada. Que le haría mucha ilusión que fuera porque me considera una de las personas más importantes de su vida y de las que más le han marcado y que quiere que esté cerca de él en un momento tan importante.
- Claro, y si cae una enculada rápida en el lavabo mientras la novia reparte las ligas pues mejor que mejor ¿no? – dijo Hugo.
- Ese hombre –dijo Raúl-. O es tonto, pero tonto tonto como un zapato; o es una de las mentes más retorcidas del universo, capaz de una maldad sólo comparable a las de Hitler, Stalin y el jefe de programación de TeleMadrid.
- ¿Y qué le dijiste tú? – dijo Hugo, que intentaba inútilmente reencauzar el relato.
- Pues… que me lo tenía que pensar.
- ¿Pero qué te tienes que pensar? A ver ¿QUÉ TE TIENES QUE PENSAR? – gritó Raúl-. No hay nada que pensar. No vas a ir ¡Y PUNTO! ¿Quieres pensar algo? Piensa qué coño hacemos en la cafetería del puto Corte Inglés nena. Que me van a cobrar siete euros por este vaso de agua. ¡Si los camareros fueran guapos aún! ¡¡Pero son feos!! ¡Y viejos! ¡¡Y NO SOPORTO A LOS CAMAREROS FEOS!!

Hugo y yo nos habíamos quedado en silencio observando el momento de histeria que le acababa de dar a Raúl. Durante su speech se había levantado dos veces del asiento y se había vuelto a sentar. Por suerte en la cafetería sólo había tres señoras con el sonotone apagado (es lo que tiene la cafetería de El Corte Inglés, que tienen menos concurrencia que una capilla en Chueca) y el camarero estaba muy ocupado moliendo café y nadie se había dado cuenta. Pero nosotros sabíamos a qué venía todo eso.

- Raúl –dije yo-. Lo mío es fuerte porque es muy fuerte. Pero lo tuyo… lo tuyo no tiene nombre.
- Eso –dijo Hugo-. No me puedo creer que lo hayas hecho.
- Que lo hiciera la Peligros cuando le abandonaron sus padres, tiene un pase –dije yo.
- Que lo hiciera, y hablo siempre supuestamente en base a rumores, Ivonne, también –dijo Hugo, que había aprendido mucho de ver el Sálvame.
- Pero que hayas aceptado el dinero del camarero octogenario del Antro para acostarte con él y con su chico… ESO NO TE LO PERDONAREMOS EN LA VIDA.

Raúl se puso las gafas de sol, se llevó la mano a la frente y agacó la cabeza.
Sí, lo sé. Estás perdido. Pero es que estas cosas pasan así ¿sabes? Un día te despiertas pensando que el hecho de que tu ex te llame para invitarte a su boda con un chocho es lo peor que puede pasar pero no. Porque cuando piensas que la vida no puede sorprenderte más, va y lo hace. Y descubres que uno de tus mejores amigos, al que hace unas semanas un camarero feo, antiguo (por no decir algo peor) y con menos morbo que la peli porno de Carmen de Mairena le ofreció dinero por montarse un trío con él y con su novio, acabó aceptando la oferta y entró a formar parte del exclusivo (y antiquísimo) club de las mujeres de la vida alegre.
Vamos, que se había vuelto chapero.

- He de decir –añadió Raúl una vez recuperada su compostura-. Que sí, acepté su dinero. Era mucho dinero y ya sabéis cómo soy yo con el dinero, que me quema en las manos y lo necesitaba porque los de la financiera de la Fnac me están llamando cada día que me van a arrancar los ojos como no pague.
- Eso no es excusa tía – dije yo-. Mira, yo que seas puta pues vale. Pero joder, que tienes un potencial. No con ESO. ¡Que es como acostarse con José Luis Moreno!
- ¡¡Peor!! ¡¡Es como acostarse con José Luis Moreno dentro de cincuenta años!! – exclamó Hugo.
- ¡¡ES QUE NO HABÉIS VISTO AL NOVIO DE RICARD!! – exclamó Raúl.
- ¡¡Pero si te sabes el nombre y todo!! – grité.
- ¿Y qué coño tiene el novio del tío ese? ¿Eh? ¿EH? ¿EEEEHHH? – preguntó Hugo.
- Si os lo cuento, tenéis que prometerme que no se lo diréis a nadie.
- Prometemos –dijimos Hugo y yo a la vez.
- No me voy a andar con rodeos. Sé que no os lo vais a creer de buenas a primeras pero… es cierto. Lo comprobé con mis propios ojos antes de aceptar la oferta. Y… bueno… el novio de Ricard, mi amante geriátrico, es Xus.
- ¿Xus? – pregunté
- Sí. Xus. –dijo Raúl, que al ver que no reaccionábamos añadió-. Jesús, coño.
- ¿¿Jesús de Nazareth?? – preguntó Hugo.
- ¡NO COÑO! –gritó Raúl-. ¡¡¡JESÚS VÁZQUEZ!!!

Muerta me quedé.