Capítulo Doce: MAMMA MIA!!!

Era sábado por la noche y nuestro amigo Luigi (un italiano que vino a Barcelona un fin de semana desde Milán a follarse a todo lo que se meneaba, se lo folló y luego se quedó vivir aquí) nos había invitado a la inauguración de su nueva pizzería. Bueno, nunca tuvo una antigua, así que técnicamente era su única pizzería.
Como he dicho Luigi se folló a todo lo que se meneaba (incluidos nosotros tres –en semanas diferentes-) así que el local estaba hasta arriba de gente. Por suerte para nosotros Raúl se folló a Luigi más veces que nadie más en el local, aunque nunca llegaron a considerarse nada especial el uno del otro, y por eso teníamos reservada una mesa en el mejor sitio posible: los sillones del fondo.
Estuve tentado de invitar a HoneyB a la cena, pero imaginaba que con él ahí la conversación giraría constantemente en torno al rabo de La Peligros y el trío que nos habíamos montado. Además no veía adecuado invitarle si tenía “algo especial” con Iván.
Lo que me jodía de la historia, en realidad, era que yo nunca había intentado nada con HoneyB porque daba por hecho que no quería tener novio nunca jamás. Y encontrarme con que tiene uno, que es pollón y que es mi amigo el gafe (a.k.a. La Peligros) pues me chocó. De hecho hasta me sentí celoso, lo reconozco.

- ¿Qué piensas, meri? –preguntó Hugo, que se dio cuenta de lo absorto que estaba yo en mis pensamientos.
- Nada, nada, tonterías – respondí.
- La última vez que dijiste eso nos viniste con la chorrada de que te ibas a vivir a Calatrava de la Reina –dijo Raúl.
- No era Calatrava de la Reina y no dije que me iba a vivir allí, dije que me lo estaba planteando.
- Pues menos mal que no te lo planteaste mucho –dijo Hugo, sonriéndome.

Al fondo del local vimos aparecer a Luigi. Estaba igual de guapo, elegante y resplandeciente que siempre. Porque sí, Luigi es uno de esos tíos que brillan por si solos. Pero no en plan vampiro marica de Crepúsculo sino en plan carisma ¿sabes? Luigi nos vio y vino corriendo a saludarnos.

- ¡Javi! ¡Huuuuuugggggo! ¡Rrrrauuuuul! No sabéis cómo me alegro de veros aquí –dijo él, con un acento italiano que me volvía loco.
- Felicidades Luigi –dije yo-. El local es maravilloso.
- ¡Grazie, grazie! Io sabía que te gustaría. Cuando lo decoraba pensaba “Ma ¿cómo le gustaría a Javi?” ¡Siempre me gustó tu… tu… tu estilo!
- Vaya, gracias –contesté mientras veía a Raúl entrecerrar sus ojos e interrogarme con la mirada.
- Bueno, os dejo disfrutando de la cena. Grazie per venire.

Y se fue.

- Oye meri –dijo Raúl, cuando nos sentábamos-. ¿Qué rollo te traes tú con Luigi?
- No empieces a liarla, Kiko Hernández, que aquí no ha pasado nada más de lo que ya sabes. Lo que pasa es que a Luigi y a mí nos encanta el diseño y tenemos gustos comunes.
- Ah, ahora que te follen mientras lees El Mueble se le llama tener gustos comunes -dijo Raúl.

El camarero vino a traernos unos copazos de vino y a tomar nota de la comida que queríamos. Raúl y yo pedimos pizza y Hugo se decantó por un plato de pasta de nombre impronunciable. Todo lleno de ges e íes, a lo volcán islandés.

- Bueno nena –le dije yo a Hugo-. ¿Has hablado con Mario?
- No. Pero… -continuó antes de que Raúl pudiera decir nada-. …le he llamado como veinte veces. Es que no me contesta.
- Quién te lo iba a decir, ahora eres tú el que va detrás de él –dijo Raúl.
- No nenas, las que ibais detrás de él erais vosotras –dijo Hugo.
- ¡Me duele ya la boca de repetírtelo! –dijo Raúl-. ¡Que no le estábamos siguiendo coño, que fue casualidad!
- No nena, eso no fue una casualidad –dije yo-. Una casualidad es lo que está a punto de ocurrir.

Y es que ellas, que estaban de espaldas a la entrada del restaurante, no se dieron cuenta. Pero yo le vi venir. Y también la vi a ella, claro, vestida de noche y cogida de su mano. De hecho ella fue la primera en verme y trató de evitar que él fijara su mirada en nosotros. Pero al localizarnos por un despiste de la muy zorra, su mirada se clavó en nosotros, sonrió y vino directo.

- Hola chicos –dijo Mario, estático junto a nuestra mesa con Laura a un lado.
- Hola –dije yo, que era el único que podía hablar porque ya había superado el shock por el que estaban pasando en ese momento Raúl y Hugo.
- Qué sorpresa veros aquí –dijo Mario.
- La sorpresa es que lleves a una mujer de la mano –dijo Raúl, que recuperó el habla de golpe, como si un resorte hubiera saltado en su interior al ver la oportunidad de hacer uno de sus comentarios típicos-. No verte en este restaurante a cuyo dueño nos hemos follado todos, incluído tú.

Mario hizo una pequeña mueca y pude ver cómo apretaba un poco más la mano de Laura, que no dejaba de sonreír.
Hugo aún seguí ojiplático.

- Yo… bueno… -continuó Mario, titubeante-. Me invitó Mauro, el socio de Luigi. He trabajado para él alguna vez…
- No sabía que también eras chapero –dijo Raúl. A mí me dio un ataque de risa y se me salió un poco de vino por la nariz. Pero me mantuve ¡digna!-. Bueno, eso explica lo de la nena que hay a tu lado.
- Deberías saber –dijo Laura y eso me causó un shock a mí porque yo pensaba que esta chica no sabía hablar (de verdad, es que NUNCA –ni cuando era amiga de Hugo- la he oído hablar)-. Que Mario es uno de los mejores gestores de su empresa y Mauro es uno de los mejores clientes que tienen.
- Y tú deberías saber –continuó Raúl- que nos importa un bledo.
- ¿Se puede saber qué haces aquí? –dijo Hugo de repente, que debió despertar unas líneas de diálogo antes pero el shock le duraba hasta ahora.
- Me sorprende que me preguntes eso –dijo Mario- cuando te has pasado toda la semana llamándome.
- Porque quería hablar contigo de lo del juicio, a ver si te has pensado ahora que quiero volver contigo después de saber que el coño de esta hija de la gran puta ha pasado por tu boca.

Ahora fue Raúl el que expulsó vino por su nariz. Pero no fue por risa, fue por asco.

- Hugo, no hace falta usar ese lenguaje –dijo Mario- Y no me gusta que insultes a mi novia.
- ¿Tu no…? ¿Tu novi…? ¿¿TU NOVIA?? – gritó Hugo, que se levantó de golpe arrojando su servilleta al suelo y se preparó para liberar el Kráken que llevaba dentro-. Mira, pedazo de cabrón. Esta tiparraca no es tu novia, es una zorra insípida que se aprovechó de mí para que alguien se la follara de una vez por todas porque no sé si lo sabes pero antes de estar contigo llevaba DOS AÑOS SIN COMERSE UNA SOLA POLLA.
- En realidad fue un año y diez meses –dijo Laura, excusándose.
- Sigue siendo demasiado, lerda –respondió Raúl.
- Y tú… ¡¡¡TÚ ERAS UNA PASIVORRA!!! Si seguro que la tontadelculo ésta tiene que ponerse un arnés para satisfacerte porque si no tienes un buen cacho de carne metido hasta el fondo en ese culo que tienes más dilatado que el puto túnel de Vallvidriera no hay manera de que te corras.

En este punto es obvio que todo el restaurante estaba en silencio observando la situación.

- ¡¡Así que NO ME TOQUES LAS PELOTAS ahora con la tontería de que la hija de puta de Laura es TU NOVIA!! ¡¡Si follamos hace un par de semanas!! ¡¡PERO SI AÚN ME HUELEN LOS DEDOS A TU CULO, QUÉ COÑO VAS A SER HETERO!!

Hubo un momento de silencio en que todos esperábamos que Mario respondiera o que Laura (que ahora era la que vivía el shock que en este capítulo hemos vivido todos, ella al descubrir que Mario y Hugo se habían acostado hacía poco) saliera corriendo.
Pero nadie en el restaurante fue capaz de decir nada, salvo Raúl y yo, que sólo pudimos decir una cosa.

- ¡¡¡¡¡BRAVO!!!!! –y nos levantamos de la mesa y comenzamos a aplaudir.

Los demás comensales no decían nada mientras nosotras dos aplaudíamos como si Lady Gaga hubiera cantado Bad Romance delante nuestro. Pero aún no sabíamos que faltaba el bis.
Hugo se giró y nos miró:

- Esperaos nenas, que ahora viene lo mejor.

Volvió a mirar a Mario, le agarró de la corbata y lo levantó del suelo (no me preguntéis cómo coño lo hizo) para estamparlo contra la pared.

- Esta tontería que te tienes montada con nosotros acaba aquí y ahora. Mañana mismo vas a retirar la demanda porque está claro que fue un puto accidente y que a la zorrita de “tu novia” no le pasa nada en las cervicales porque mira la cara de bien follada que trae.

Mario empezó a soltar una lágrima.

- Y como vuelva a verte, oírte, olerte o saber de ti te juro por lo que más quieras que te mato no, que te tragas toda la puta discografía de Madonna, incluyendo singles y EP’s japoneses. ¿Te queda claro?
- S… sí… -contestó Mario, que ya estaba llorando (igual que Laura).
- Pues ahora… - Hugo soltó a Mario-. Me despido de ti, para siempre.

Y le pegó tal puñetazo que las gafas de Mario salieron volando, seguidas de un diente y de un chorro de sangre. Laura le ayudó a levantarse y ambos salieron del restaurante ante el estupor general.
Antes de volver a sentarse Hugo se giró en busca de Luigi. Cuando lo localizó entre la multitud le gritó:
- Luigi, coño, ¿nos has invitado a cenar o desayunar?

Luigi se echó a reír, y se puso a aplaudir a Hugo. El resto del restaurante hizo exactamente lo mismo. Raúl y yo, comenzamos a gritarle lo de “¡Y reina, y reina, y guapa, y guapa!” No sólo porque había liberado el Kráken con un estilazo y una hombría que hasta a mí me había puesto cachondo (pero vale ya de folleteo entre personajes de esta historia que esto al final va a ser peor que una reunión familiar de Los Borbones), sino porque había conseguido solucionar el tema de Mario, el del accidente, el de la demanda y el de Laura en una sola y creíble secuencia.

Aprended, guionistas de LOST.

- Nena –le dije a Hugo- ¿se puede saber qué te ha pasado?
- Mira, puedo aguantar que me ponga los cuernos. Puedo aguantar que sea con una mujer. Puedo aguantar que meta a mis dos mejores amigos en la cárcel. Incluso puedo aguantar que se traiga a sea puta y nos joda la cena. Pero que me diga que es su novia… ¡¡qué me diga que es hetero!! Lo siento pero eso sí que no.
- Claro que no –dije yo-. Ahora haz lo mismo con mi ex, el que se va a casar con una mujer.
- No nena, a ese le partes tú solita la cara, que yo bastante tengo con lo mío –dijo Hugo.

Raúl cogió la mano de Hugo y comenzó a olisquearle los dedos índice y corazón.

- ¿Qué haces nena? –preguntó Hugo.
- Comprobar si era verdad eso de que tus dedos aún huelen a su culo.
- ¡Serás guarra! – dije yo.
- Guarra ¡y hambrienta! ¡Como no venga ya esa puta pizza me como al camarero, así de claro te lo digo –dijo Raúl, lo suficientemente alto como para que todos los camareros (y Luigi) le oyeran.

Tras la cena Luigi nos invitó a una fiesta para celebrar el éxito de la noche. Le agradeció a Hugo que introdujera un poco de “passione” en la fiesta y que bautizara el restaurante con la sangre de ese “figlio de putana” de Mario.

Esa noche Luigi, Raúl y un camarero se montaron un trío que dejó en ridículo todo lo que hice con La Peligros y HoneyB. Y mira que el momento en que La Peligros me la chupaba mientras B me follaba y se rompió una pata de la cama y tuve que agarrarme a la estantería en la que B tenía puestas las fotos de sus sobrinos para no acabar todos estampados contra la mesita de noche fue de órdago.

Hugo se folló a un camarero que al día siguiente tuvo que pedir el día libre porque le dolía todo el cuerpo.

Yo me volví a casa más solo que la una sin poder dejar de darle vueltas a la idea de que quería volver a ver B. Y ver a B implicaba volver a ver a La Peligros.

Capitulo Once: Aftersex

- ¿Un trío con La Peligros? –dijo Raúl-. Eso supera con creces todas las absurdidades que nos han ocurrido estas semanas tía.
- Incluso lo del juicio de Mario– dijo Hugo.
- Hostia lo del juicio… yo aún no me lo creo –dije yo.

Estábamos sentados en una mesa del Dietrich, tomando un café. Era un viernes por la tarde. El buen tiempo se empezaba a notar en el ambiente y en las camisetas sin mangas que llevaban los chulazos del GayXample.

Lo cierto es que sí, hice el trío con La Peligros y con B. La cosa fue un completo desastre. Ya me extrañaba a mí que para llegar a casa de B hubieran habido tantas desgracias; lo del ascensor, lo del cubata… y las que vinieron luego. Que si el bote de lubricante vacío, los condones que se rompían, el Popper caducado y sí, cómo no: la lefa en el ojo.
Que yo no sé vosotras cómo lo lleváis, pero una gota de lefa en el ojo QUEMA.

No quise entrar en detalles con mis dos amigos sobre cómo había la cosa con B y La Peligros en la casa. Sólo tenía una cosa que decirles:

- Si no fuera por lo tremendamente gafe que es, La Peligros sería un polvazo.
- ¿Pollón? – preguntó Raúl.
- Pollón. De las gordas sin pelar, como a ti te gustan – le contesté.
- ¿Sin pelar? – preguntó Hugo.
- Sí nena –le aclaró Raúl.- Sin circuncidar.
- Aaaaaah… -dijo Hugo, y le dio un trago al vodka naranja que tenía en la mesa.
- Tías –dije yo- ¿no es un poco pronto para empezar a beber?
- Nunca es pronto si la priva es buena–dijo Raúl, y le pegó un trago a su Gin Tonic.
- Qué hétera te pones cuando hablas de alcohol, so puta – dijo una voz a nuestro lado.

Allí estaba. Cómo no. Era fin de semana y estábamos en el GayXample, así que era inevitable encontrárnosla. De hecho es inevitable encontrársela en cualquier cosa que suene a, lleve el nombre de, huela a gay. La Omni, por Omnipresente. Era como Dios pero nos caía aún peor. Porque lo peor no era encontrársela en todas partes, es que no había manera de quitársela de encima. Lo cual aumentaba esa sensación de que estaba en todas partes porque si te la encuentras en el Circuit Festival todo el pabellón acaba saliendo con la sensación de que no se la ha quitado de encima así que es probable que además de ser omnipresente tenga el don de la ubicuidad y dé por culo en Dolby Digital y en 3D.

- Fíjate, y tú que no pareces hetera ni hablando de fútbol – contestó Raúl.
- ¡Uy! Hétera yo, dice ésta –soltó La Omni, con toda la pluma que pudo, como si quisiera dejar claro que era gay no, lo siguiente – Yo no quiero parecer eso que luego todo se sabe en esta ciudad tan pequeña.
- Sobretodo para un culo como el tuyo –dijo Raúl.
- ¿Qué has dicho? – contestó la Omni, mientras Hugo y yo nos aguantábamos la risa como podíamos.
- Que es que estamos ocupadas ¿sabes? – contestó Raúl.
- ¿Haciendo qué? ¿Buscando a quien os pague la fianza? Que ya me he enterado de lo de ese juicio vuestro…
- Pues muy poco enterada estás, querida, porque lo del juicio al final nada – contesté yo.
- ¿Cómo que nada? Si me ha dicho un pajarito que lo mismo acabáis entre rejas.
- Mira guapa –dijo Raúl- Si yo acabo entre rejas será por haberte matado a ti, no por estrellar accidentalmente mi coche contra el del ex de la petarda ésta.
- Oye nena –dijo Hugo – Sin faltar ¿eh?
- Joder tía, que es con cariño –dijo Raúl.
- Pues eso no es lo que me ha dicho mi amigo el que trabaja en los juzgados…
- Cuántas veces te tengo que repetir –contestó Raúl- Que los hombres que te pagan por chupársela no son tus amigos.
- Tú te crees muy graciosa –le dijo La Omni a Raúl, agitando una mano mientras con la otra sostenía un vaso de Nestea – Pero veremos quién es la que ríe la última.
- Pues tú, como siempre –dijo Raúl – Porque eres la tonta que siempre entiende el chiste tarde.

Ante tal muestra de ingenio (hasta yo estaba sorprendido por las ácidas respuestas de Raúl) La Omni no tuvo más remedio que levantar su cabeza, soltar un “Huh!” entre la ofensa y el ridículo y largarse a la barra, donde había dos maricas que trataban de que no las viera sin éxito.

- Tía, cómo te pasas con ella – le dijo Hugo a Raúl.
- Es que es la única manera de quitársela de encima. Qué agobio de marica. –dijo Raúl.
- Estoy contigo –dije yo – Una vez me la encontré en el metro y me dio tanto por culo que me salté tres paradas porque no me dejaba bajarme sin acabar de contarme no sé qué historia de ella, un lavabo en la Metro y Jordi González.
- ¿Se encontró a Jordi González en el lavabo de la Metro?
- ¡Qué va! Que había estado viendo La Noria y se quedó encerrada en el lavabo y no sé qué se había tomado que estuvo una hora sentada en la taza pensando que la entrevistaba Gloria Sierra mientras el González vomitaba en el baño de al lado.
- Pues no sé qué se tomó –dijo Raúl – pero yo quiero probarlo.
- Bueno tías –dijo Hugo - ¿Al final qué vais a hacer con lo de Mario?
- Pues jodernos y pagarle la reparación. Y tú ya podrías hablar con él a ver si se baja del burro y retira la demanda por acoso – dije yo.
- ¡Ah! ¡Ahora queréis que hable con él! – gritó Hugo, indignada.
- ¡Pues claro, so zorra! –dijo Raúl- es tu ex joder, hazle entrar en razón. Fue un accidente coño, la culpa es de Pedralbes que está construido todo a mala leche.
- Tías, es que tenéis que reconocer –continuó Hugo- que es bastante sospechoso que justo os chocarais con su coche ¡con Laura dentro!
- También es sospechoso que éste –dijo Raúl, señalándome- se acostara con La Peligros y alguien haya decidido omitir los detalles de ese encuentro sexual.
- Mira nena –dije yo- Yo te prometo que te lo cuento, pero ahora no que no me siento con ganas. ¡Que me han demandado! Y encima tenemos a la zorra de la Omni contándoselo a todo el mundo. Seguro que en nada se entera mi madre.
- Pero tía –dijo Raúl- si hoy en día que te demanden es lo más cool que te puede pasar. Con suerte nos hacen una concentración de apoyo en Arena ¿te imaginas? Como cuando detienen a un perroflauta de la UB por tirarle una piedra a un Guardia Urbano o cuando acusan a Garzón de cualquier chorrada inventada para que Rita Barberá conserve los Louis Vuitton.
- Con la diferencia de que yo me lavo el pelo y no llevo un Vuitton colgando del brazo – contesté.
- Bueno nenas – dijo Hugo – Yo intentaré hablar con Maio por lo del coche. Pero estoy seguro de que no me creerá. ¡Si hasta yo no me creo que fuera casualidad!
- Tú cree lo que te salga del coño – dijo Raúl- Si voy a la cárcel saco el blog ése en el que publicamos lo de que íbamos a joderle el coche a Mario y digo que lo escribiste tú.
- ¡Coño! ¡El blog! –grité yo - ¡Si Mario lo encuentra lo usará como prueba de que íbamos a por él!
- Nena ¿pero cómo coño va a encontrar eso? –dijo Raúl.

Hugo cogió su cubata y le pegó un trago tan rápido y tan largo que sólo le faltaba un cartel de neón gigante en la cabeza que dijera “HE HECHO ALGO POR LO QUE ME VAIS A MATAR” para delatarse un poco más.

- ¿Qué has hecho, maricón? – preguntó Raúl.
- Bueno… ¿os acordáis de que me follé a Mario?
- No nena, no nos acordábamos. Total, si todo lo que nos está pasando viene del hecho de que te puso los cuernos y luego te lo follaste, te enfadaste con nosotros, me pegaste una hostia y cuando nos fuimos en coche nos chocamos con él. –dijo Raúl - ¡Menos mal que me lo has recordado HIJADELAGRANPUTA!
- No hace falta usar ese tono tía –dijo Hugo.
- Eso, que luego va y te arrea –dije yo.
- Pues el día que me acosté con él… estuvimos mucho rato hablando y como parecía que la cosa se iba a arreglar entre nosotros…
- Ay Dios… -dije yo.
- No me jodas que se lo contaste –dijo Raúl.
- Sí. Le dije que habíamos pasado el verano planeando vengarnos de él pero que al final todo había quedado en unas risas.
- ¡PEROMIRAQUERESTONTADELCULO! –gritó Raúl, así con tanta rapidez que me sorprende que lo entendiéramos - ¡¡¡Pero cómo se te ocurre!!!
- ¡Es que no pensaba que iba a pasar esto! Además, él se rió y dijo que le hacía gracia lo de la venganza y tal.
- Sí claro, hasta que nos chocamos con él y le descolocamos una cervical a la zorra de tu exmejor amiga – dije yo.
- Oye nena –dijo Raúl, mirando a Hugo – Últimamente por juntarnos contigo nos están pasando muchas desgracias. A ver si la Chari te ha echado un mal de ojo a ti también y eres La Nueva Peligros.
- ¡Tía, no te pases! –gritó Hugo-. Yo lo hice sin querer joder, si hubiera imaginado que podía pasar esto me callo…
- Pues ya me dirás qué hacemos –dijo Raúl-. Seguro que el hijo de puta tiene el blog ya impreso y listo para llevárselo al juez.
- Vais a necesitar un buen abogado – dijo Hugo.
- Sé exactamente a quien llamar –dije yo.

- No tía no –dijo Raúl-. No puedes hacerlo.
- Es necesario –contesté.
- Pero… pero… ¡¡no podemos recurrir a ella!!
- ¿De quién habláis? –preguntó Hugo.
- De una amiga común. Tú no la conoces.
- ¡Y no sabes la suerte que tienes! –gritó Raúl-. Javi, te lo pido por favor. Te lo suplico. Haré lo que sea. Haré la calle si hace falta para pagar un buen abogado. ¡Volveré a acostarme con Imhotep si hace falta! Pero por lo que más quieras…
¡¡NO LLAMES A ALLY MCBEAL!!

Capítulo Diez: Encerrado

Una semana después del choque con el coche de Mario la situación se había vuelto totalmente rocambolesca.
Él nos acusaba de haberle seguido hasta darle un golpe y destrozarle el BMW. Hugo se enfadó con Raúl y conmigo, pero no sabemos si se cabreó porque le jodimos el coche al su ex –con el que se había acostado tras ponerle éste los cuernos con la mujer que iba en el coche que nosotros aplastamos- o por haberle jodido el coche a su ex –con el que bla bla bla- sin estar él presente.
Además Laura, la mujer con la que Mario se había acostado se pasó una semana llamándome diciendo que le dolía el cuello y que pensaba denunciarnos por lesiones. Pero, como dijo Raúl: “Las lesiones que tiene esa zorra ya estaban ahí antes de que le diéramos el golpe: y es que por mucho que te den por detrás gilipollas no te vuelves, ya lo eras”.

Total, que yo estaba deprimidísimo en mi casa sin saber qué hacer, hundida en mi miseria y bebiéndome un destornillador a las 19:40 de la tarde de un jueves cualquiera cuando, de repente, sonó mi teléfono. No sabia quién era ni me importaba: cogí el móvil, lo apagué y lo tiré lo más lejos que pude.

¿Cómo había llegado a esa situación? ¿Y por qué me hacía esa pregunta si realmente no me pasaba nada? Creo que fue cosa del alcohol, que me hizo plantearme dudas que no venían a cuento. Mirando la pantalla del ordenador de repente vi que se conectaba HoneyB.
HoneyB no es Beyoncé (aunque viendo la cantidad de gente que tengo agregada al MSN -¡gracias Bakala!- no sería sorprendente que alguno de ellos fuera la mismísima Lady Gaga). HoneyB es un chico muy majo que conocí por el GrindR (una aplicación del iPhone que te detecta los gays que tienen cerca) y que resultó ser un chulazo de escándalo que vivía a dos calles de mí y que, por lo general, estaba más salido que yo.
De hecho no tardé ni tres frases en decirle, claramente, que quería acostarme con él.

Que oye, puede que tenga que pierda un amigo y tenga que pasarme varios capítulos yendo de juicio en juicio como una Ana Obregón cualquiera pero en este capítulo YO FOLLO.

Pero la cosa no resultó como yo había previsto. Para empezar HoneyB me pidió que le llamara, cosa que nunca jamás habíamos hecho. Lo nuestra era quedar por el propio MSN. En realidad casi no conocía ni su voz, sólo para decirme las frases típicas durante un polvo y un par de cumplidos tras el polvo y adiós, hasta la próxima.

Cogí el móvil, le llamé y contestó.

- Hola Javi –dijo él en cuanto descolgó el teléfono.
- ¿Qué pasa? –pregunté yo, sin saludar.
- ¿Cómo que qué pasa?
- Hombre, nunca me has hecho llamarte antes de quedar, algo tiene que pasar.
- Ah… bueno sí –dijo él, con la voz algo temblorosa-. Verás… Es que me apetece mucho follar contigo…
- Y a mí contigo, lo sabes, tengo ganas de sentir tu polla…
- Vale, vale, espera. Tengo que decirte algo. Estoy con alguien.
- ¿¿¿PERDOOOOOOOOOONAAAAA?? –si tuviera melena la habría echado hacia atrás en un claro gesto de indignación.
- Que estoy con alguien.
- Ya ya, te he oído. Pero ¿estás con alguien en plan que estás ahora con alguien o que estás saliendo con alguien?
- Un poco las dos cosas, en realidad… Verás… Es un chico al que conocí hace unos días y no sé, hay muy buen rollo entre nosotros.
- ¿Pero cómo se te ocurre echarte novio? Joder Be, esa polla tuya es un bien cultural que se tiene que compartir con todo el mundo.
- Ya ya, si ése no es el problema.
- ¿Ah no? ¿Entonces?
- Pues que… resulta que este chico con el que estoy… pues es bastante abierto en temas sexuales y justamente hemos entrado al MSN a ver si encontrábamos alguien con quien… bueno… con quien montarnos un trío.
- Ah… un trío… -de repente la conversación cobró un sentido totalmente distinto, mucho mejor, sin lugar a dudas. Si HoneyB me proponía un trío estaba clarísimo que el otro tío tenía que ser un chulazo de escándalo porque HoneyB sólo se acuesta con chulazos de escándalo (y sí, soy totalmente consciente de lo poco modesto que suena esto pero es que YO ESTOY QUE ROMPO.
- Sí, un trío… y por eso te he pedido hablarlo primero… a lo mejor no te…
- ¿Qué no me? ¿¿Qué no me?? –otro momento melena al viento-. ¡Pues claro que me!
- Ah… pues… entonces ¿te apuntas?

Creo que ni le contesté. De hecho el tiempo desde ahí hasta que llegué a su casa fue tan fugaz que no recuerdo si quiera qué pasó hasta que me subí al ascensor de su edificio. ¿Y por qué recuerdo lo del ascensor? Porque fue justo al pasar el cuarto que la cabina empezó a temblar y, de repente, se detuvo. La luz se apagó y quedó encendido únicamente el piloto de emergencia.
No me lo podía creer: estaba a las puertas de un polvo de escándalo y me quedaba encerrado en el ascensor. ¡No era posible! Si no fuera porque iba directo a la cama de HoneyB y su novio, el follador, pensaría que todo esto era culpa de quien tú y yo sabemos: La Peligros.
Apreté como una histérica el botón de emergencia y grité unos cuantos “socorro”s hasta que oí una voz que me pedía que me calmara y me explicaba que habían tomado nota de la incidencia y que en breve un técnico se pasaría por allí a rescatarme.
- ¡Pero es que no puedo esperar!
- Le entiendo, le entiendo –me decía la voz del ascensor-. El técnico ya está de camino, no se preocupe, en muy poco tiempo estará usted sana y salva.
- Soy un tío.
- Ah… perdone… por su voz tan aguda le confundí con una mujer, disculpe.
- No tengo una voz aguda ¡¡es que estoy histérica!!
- ¿Histérica?
- ¡Ay nena! ¡No te me pongas ahora en plan Bibiana Aído y SÁCAME-DE-AQUÍ!
- Relájese, respire profundamente, piense en…
- Ahora mismo, nena, no puedo pensar en otra cosa que no sea este puto ascensor y el polvazo que me estoy perdiendo por estar aquí encerrado.
- ¿Disculpe? –preguntó la chica del otro lado, que dejó de repente de utilizar su tono relajante y tranquilizador para pasar al de choni chafardera.
- Verás tía, es que estoy pasando un momento muy estresante en mi vida y he quedado con un follamigo para pasarme la tarde follando como sólo follan los jugadores de fútbol cuando ganan la Liga. Y encima el tío me ha dicho que me estaba esperando ¡con otro maromo!
- ¡Un trío! Siempre he querido hacer uno ¿sabes? –me dijo ella-. Pero a mi novio le da palo.
- ¿Y eso? ¿No se supone que a los tíos les molan esas cosas? –pregunté yo.
- Claro, pero es que yo quiero un trío con dos tíos. Y quiero que se lo monten entre ellos también…
- Uy nena, tú tienes mucho vicio…
- Bueno… un poco –y se rió.
- Y claro, a tu novio eso de meter a otro maromo…
- Claro, no le mola nada. Osea, él dice que con otro tío vale, pero que sólo si no tiene que tocarle ni nada. Pero yo creo que lo dice por quedar bien, porque sé que le van los rabos.
- Nena, para que me vas a poner cachondo.
- Bueno, ¿no ibas a echar un polvo? Piensa que si te calientas ahora ya entrarás preparado para la acción…
- No, no, si yo preparado para la acción estoy siempre. Lo que pasa es que se me hace raro empalmarme mientras hablo con una mujer cuyo nombre ni siquiera conozco.
- Me llamo Jennifer.
- Encantado Jennifer, yo soy Javi.
- Un placer. Oye, que me acaba de decir el técnico que está a punto de llegar.
- Ah, ok. Pero a mí eso me da igual. ¿Por qué sabes que a tu novio le van los rabos?
- Bueno, a ver… que yo no digo que sea gay… pero alguna vez le he visto mucho porno bi por el ordenador y una vez se dejó el Faryfox…
- Firefox…
- ¿Perdona?
- No, no, nada, continúa…
- Pues se dejó el Faryfox abierto y vi que había estado escribiendo en un foro sobre tíos bisexuales.
- Jenni, tía, no me digas más. Tu novio quiere un rabo. Es evidente.
- ¡Claro! Y a mí me daría morbo ver cómo se lo follan… seguro que no es la primera vez que lo hace.
- Seguro que no, a estas alturas raro es el hombre que no ha sido penetrado analmente por un amigo o por un pepino.
- ¿Un pepino?
- Claro tía, los pepinos son ideaAAAAAAAAHHH!!!
- ¿¿¿JAVI??? ¡¡¡¡JAVI!!!! ¿ESTÁS BIEN?
- Sí sí tía Jenny, es que se ha puesto en marcha el ascensor y me he dado un susto que no veas.
- Vaya, con lo interesante que se estaba poniendo ahora el tema…
- Oye tía, si quieres te paso mi teléfono y quedamos un día para hablarlo tranquilamente.
- Ah, pues venga, pásamelo.

Dicho y hecho: antes de llegar al octavo (donde vivía HoneyB) La Jenny ya tenía mi número de teléfono y habíamos quedado en hablar esa noche para contarle qué tal el trío y quedar un día para tomar un café y discutir sobre su novio, el bisexual.
Una vez en el octavo me dirigí al portal de HoneyB y presioné el timbre. Al poco rato la puerta se abrió y apareció Be, con un cubata en la mano –típico en él- vestido con un tejano a medio abrochar que dejaba ver sus AussieBum y la camisa abierta, dejando al descubierto sus perfectos abdominales y el poco vello que tenía en el pecho (y que me volvía absolutamente loco).
- Sí que has tardado… -dijo, dándome un pequeño beso en los labios.
- No te vas a creer lo que me ha pasado –dije yo, acariciando su estómago-. Me he quedado encerrado en el ascensor.
- ¿En serio? –y se apartó de la puerta para dejarme entrar. Al pasar yo la cerró y caminamos tranquilamente hacia el salón, cruzando el pasillo.
- Sí, en serio. Pero lo divertido es que me he acabado haciendo amigo de la chica que me atendía por el teléfono de emergencia. Y me ha estado contando cosas muy interesantes sobre su novio bisexual…
- ¿”Interesantes”?
- Bueno, que me ha puesto bastante cachondo…
- Jajajajajaja –dijo Be, y acto seguido me empujó contra la pared y me comió la boca como hacía mucho que no me la comían -. Echaba de menos tus labios.
- Y yo tu lengua –contesté.
- Quiero que conozcas a mi chico.
- Y yo quier conocer a tu chico.

De repente a Be se le escurrió el vaso del cubata de entre las manos, se estampó contra el suelo y un cristal se le clavó en el pie.

-¡Mierda! –gritó.
- ¿¿Qué ha pasado?? –gritó alguien desde el salón. Inexplicablamente esa voz me resultaba familiar.
- Nada nada –respondió Be-. Se me ha caído el cubata, tranquilo.
- Ven al baño –le dije a Be y lo llevé al baño para limpiarle la herida y ponerle una tirita. Me senté en la taza y tras limpiarle la herida en la bañera saqué el botiquín del armario (sí, sé perfectamente donde lo guarda todo porque he follado en todos los rincones de esta casa) empecé a curarle un poco la herida.
- No sé que me ha pasado, se me ha resbalado –dijo Be.
- Tranquilo, no es culpa tuya. Con todo lo que ha pasado seguro que La Peligros está por el barrio.
- ¿Quién? –preguntó Be, intrigado.
- La Peligros. Un amigo nuestro que es un poco gafe el pobre.
- ¿Y se llama así? ¿La Peligros?
- No, no. Se llama Iván.
- ¿Me llamábais? –preguntó alguien desde la puerta.

Y sí, efectivamente. Has acertado. Cuando arrivo a casa ti mereci un premio. Vamos, que sí, que lo has adivinado. Que sí, que era ella. Allí estaba. Era él. Sin duda. Sin trampa ni cartón. De forma casual y absurda.
En el umbral del baño estaba la explicación a lo del ascensor, a lo del cubata y a todo lo que tenía que pasar después.

Porque resulta, RESULTA: que el chico tan majo que mi follamigo Be había conocido hacía unos días y con el que pretendía que me montara un trío era, nada más y nada menos que él. El inconfundible e inimitable Iván: también conocido como…

LA PELIGROS.