Capítulo Diez: Encerrado

Una semana después del choque con el coche de Mario la situación se había vuelto totalmente rocambolesca.
Él nos acusaba de haberle seguido hasta darle un golpe y destrozarle el BMW. Hugo se enfadó con Raúl y conmigo, pero no sabemos si se cabreó porque le jodimos el coche al su ex –con el que se había acostado tras ponerle éste los cuernos con la mujer que iba en el coche que nosotros aplastamos- o por haberle jodido el coche a su ex –con el que bla bla bla- sin estar él presente.
Además Laura, la mujer con la que Mario se había acostado se pasó una semana llamándome diciendo que le dolía el cuello y que pensaba denunciarnos por lesiones. Pero, como dijo Raúl: “Las lesiones que tiene esa zorra ya estaban ahí antes de que le diéramos el golpe: y es que por mucho que te den por detrás gilipollas no te vuelves, ya lo eras”.

Total, que yo estaba deprimidísimo en mi casa sin saber qué hacer, hundida en mi miseria y bebiéndome un destornillador a las 19:40 de la tarde de un jueves cualquiera cuando, de repente, sonó mi teléfono. No sabia quién era ni me importaba: cogí el móvil, lo apagué y lo tiré lo más lejos que pude.

¿Cómo había llegado a esa situación? ¿Y por qué me hacía esa pregunta si realmente no me pasaba nada? Creo que fue cosa del alcohol, que me hizo plantearme dudas que no venían a cuento. Mirando la pantalla del ordenador de repente vi que se conectaba HoneyB.
HoneyB no es Beyoncé (aunque viendo la cantidad de gente que tengo agregada al MSN -¡gracias Bakala!- no sería sorprendente que alguno de ellos fuera la mismísima Lady Gaga). HoneyB es un chico muy majo que conocí por el GrindR (una aplicación del iPhone que te detecta los gays que tienen cerca) y que resultó ser un chulazo de escándalo que vivía a dos calles de mí y que, por lo general, estaba más salido que yo.
De hecho no tardé ni tres frases en decirle, claramente, que quería acostarme con él.

Que oye, puede que tenga que pierda un amigo y tenga que pasarme varios capítulos yendo de juicio en juicio como una Ana Obregón cualquiera pero en este capítulo YO FOLLO.

Pero la cosa no resultó como yo había previsto. Para empezar HoneyB me pidió que le llamara, cosa que nunca jamás habíamos hecho. Lo nuestra era quedar por el propio MSN. En realidad casi no conocía ni su voz, sólo para decirme las frases típicas durante un polvo y un par de cumplidos tras el polvo y adiós, hasta la próxima.

Cogí el móvil, le llamé y contestó.

- Hola Javi –dijo él en cuanto descolgó el teléfono.
- ¿Qué pasa? –pregunté yo, sin saludar.
- ¿Cómo que qué pasa?
- Hombre, nunca me has hecho llamarte antes de quedar, algo tiene que pasar.
- Ah… bueno sí –dijo él, con la voz algo temblorosa-. Verás… Es que me apetece mucho follar contigo…
- Y a mí contigo, lo sabes, tengo ganas de sentir tu polla…
- Vale, vale, espera. Tengo que decirte algo. Estoy con alguien.
- ¿¿¿PERDOOOOOOOOOONAAAAA?? –si tuviera melena la habría echado hacia atrás en un claro gesto de indignación.
- Que estoy con alguien.
- Ya ya, te he oído. Pero ¿estás con alguien en plan que estás ahora con alguien o que estás saliendo con alguien?
- Un poco las dos cosas, en realidad… Verás… Es un chico al que conocí hace unos días y no sé, hay muy buen rollo entre nosotros.
- ¿Pero cómo se te ocurre echarte novio? Joder Be, esa polla tuya es un bien cultural que se tiene que compartir con todo el mundo.
- Ya ya, si ése no es el problema.
- ¿Ah no? ¿Entonces?
- Pues que… resulta que este chico con el que estoy… pues es bastante abierto en temas sexuales y justamente hemos entrado al MSN a ver si encontrábamos alguien con quien… bueno… con quien montarnos un trío.
- Ah… un trío… -de repente la conversación cobró un sentido totalmente distinto, mucho mejor, sin lugar a dudas. Si HoneyB me proponía un trío estaba clarísimo que el otro tío tenía que ser un chulazo de escándalo porque HoneyB sólo se acuesta con chulazos de escándalo (y sí, soy totalmente consciente de lo poco modesto que suena esto pero es que YO ESTOY QUE ROMPO.
- Sí, un trío… y por eso te he pedido hablarlo primero… a lo mejor no te…
- ¿Qué no me? ¿¿Qué no me?? –otro momento melena al viento-. ¡Pues claro que me!
- Ah… pues… entonces ¿te apuntas?

Creo que ni le contesté. De hecho el tiempo desde ahí hasta que llegué a su casa fue tan fugaz que no recuerdo si quiera qué pasó hasta que me subí al ascensor de su edificio. ¿Y por qué recuerdo lo del ascensor? Porque fue justo al pasar el cuarto que la cabina empezó a temblar y, de repente, se detuvo. La luz se apagó y quedó encendido únicamente el piloto de emergencia.
No me lo podía creer: estaba a las puertas de un polvo de escándalo y me quedaba encerrado en el ascensor. ¡No era posible! Si no fuera porque iba directo a la cama de HoneyB y su novio, el follador, pensaría que todo esto era culpa de quien tú y yo sabemos: La Peligros.
Apreté como una histérica el botón de emergencia y grité unos cuantos “socorro”s hasta que oí una voz que me pedía que me calmara y me explicaba que habían tomado nota de la incidencia y que en breve un técnico se pasaría por allí a rescatarme.
- ¡Pero es que no puedo esperar!
- Le entiendo, le entiendo –me decía la voz del ascensor-. El técnico ya está de camino, no se preocupe, en muy poco tiempo estará usted sana y salva.
- Soy un tío.
- Ah… perdone… por su voz tan aguda le confundí con una mujer, disculpe.
- No tengo una voz aguda ¡¡es que estoy histérica!!
- ¿Histérica?
- ¡Ay nena! ¡No te me pongas ahora en plan Bibiana Aído y SÁCAME-DE-AQUÍ!
- Relájese, respire profundamente, piense en…
- Ahora mismo, nena, no puedo pensar en otra cosa que no sea este puto ascensor y el polvazo que me estoy perdiendo por estar aquí encerrado.
- ¿Disculpe? –preguntó la chica del otro lado, que dejó de repente de utilizar su tono relajante y tranquilizador para pasar al de choni chafardera.
- Verás tía, es que estoy pasando un momento muy estresante en mi vida y he quedado con un follamigo para pasarme la tarde follando como sólo follan los jugadores de fútbol cuando ganan la Liga. Y encima el tío me ha dicho que me estaba esperando ¡con otro maromo!
- ¡Un trío! Siempre he querido hacer uno ¿sabes? –me dijo ella-. Pero a mi novio le da palo.
- ¿Y eso? ¿No se supone que a los tíos les molan esas cosas? –pregunté yo.
- Claro, pero es que yo quiero un trío con dos tíos. Y quiero que se lo monten entre ellos también…
- Uy nena, tú tienes mucho vicio…
- Bueno… un poco –y se rió.
- Y claro, a tu novio eso de meter a otro maromo…
- Claro, no le mola nada. Osea, él dice que con otro tío vale, pero que sólo si no tiene que tocarle ni nada. Pero yo creo que lo dice por quedar bien, porque sé que le van los rabos.
- Nena, para que me vas a poner cachondo.
- Bueno, ¿no ibas a echar un polvo? Piensa que si te calientas ahora ya entrarás preparado para la acción…
- No, no, si yo preparado para la acción estoy siempre. Lo que pasa es que se me hace raro empalmarme mientras hablo con una mujer cuyo nombre ni siquiera conozco.
- Me llamo Jennifer.
- Encantado Jennifer, yo soy Javi.
- Un placer. Oye, que me acaba de decir el técnico que está a punto de llegar.
- Ah, ok. Pero a mí eso me da igual. ¿Por qué sabes que a tu novio le van los rabos?
- Bueno, a ver… que yo no digo que sea gay… pero alguna vez le he visto mucho porno bi por el ordenador y una vez se dejó el Faryfox…
- Firefox…
- ¿Perdona?
- No, no, nada, continúa…
- Pues se dejó el Faryfox abierto y vi que había estado escribiendo en un foro sobre tíos bisexuales.
- Jenni, tía, no me digas más. Tu novio quiere un rabo. Es evidente.
- ¡Claro! Y a mí me daría morbo ver cómo se lo follan… seguro que no es la primera vez que lo hace.
- Seguro que no, a estas alturas raro es el hombre que no ha sido penetrado analmente por un amigo o por un pepino.
- ¿Un pepino?
- Claro tía, los pepinos son ideaAAAAAAAAHHH!!!
- ¿¿¿JAVI??? ¡¡¡¡JAVI!!!! ¿ESTÁS BIEN?
- Sí sí tía Jenny, es que se ha puesto en marcha el ascensor y me he dado un susto que no veas.
- Vaya, con lo interesante que se estaba poniendo ahora el tema…
- Oye tía, si quieres te paso mi teléfono y quedamos un día para hablarlo tranquilamente.
- Ah, pues venga, pásamelo.

Dicho y hecho: antes de llegar al octavo (donde vivía HoneyB) La Jenny ya tenía mi número de teléfono y habíamos quedado en hablar esa noche para contarle qué tal el trío y quedar un día para tomar un café y discutir sobre su novio, el bisexual.
Una vez en el octavo me dirigí al portal de HoneyB y presioné el timbre. Al poco rato la puerta se abrió y apareció Be, con un cubata en la mano –típico en él- vestido con un tejano a medio abrochar que dejaba ver sus AussieBum y la camisa abierta, dejando al descubierto sus perfectos abdominales y el poco vello que tenía en el pecho (y que me volvía absolutamente loco).
- Sí que has tardado… -dijo, dándome un pequeño beso en los labios.
- No te vas a creer lo que me ha pasado –dije yo, acariciando su estómago-. Me he quedado encerrado en el ascensor.
- ¿En serio? –y se apartó de la puerta para dejarme entrar. Al pasar yo la cerró y caminamos tranquilamente hacia el salón, cruzando el pasillo.
- Sí, en serio. Pero lo divertido es que me he acabado haciendo amigo de la chica que me atendía por el teléfono de emergencia. Y me ha estado contando cosas muy interesantes sobre su novio bisexual…
- ¿”Interesantes”?
- Bueno, que me ha puesto bastante cachondo…
- Jajajajajaja –dijo Be, y acto seguido me empujó contra la pared y me comió la boca como hacía mucho que no me la comían -. Echaba de menos tus labios.
- Y yo tu lengua –contesté.
- Quiero que conozcas a mi chico.
- Y yo quier conocer a tu chico.

De repente a Be se le escurrió el vaso del cubata de entre las manos, se estampó contra el suelo y un cristal se le clavó en el pie.

-¡Mierda! –gritó.
- ¿¿Qué ha pasado?? –gritó alguien desde el salón. Inexplicablamente esa voz me resultaba familiar.
- Nada nada –respondió Be-. Se me ha caído el cubata, tranquilo.
- Ven al baño –le dije a Be y lo llevé al baño para limpiarle la herida y ponerle una tirita. Me senté en la taza y tras limpiarle la herida en la bañera saqué el botiquín del armario (sí, sé perfectamente donde lo guarda todo porque he follado en todos los rincones de esta casa) empecé a curarle un poco la herida.
- No sé que me ha pasado, se me ha resbalado –dijo Be.
- Tranquilo, no es culpa tuya. Con todo lo que ha pasado seguro que La Peligros está por el barrio.
- ¿Quién? –preguntó Be, intrigado.
- La Peligros. Un amigo nuestro que es un poco gafe el pobre.
- ¿Y se llama así? ¿La Peligros?
- No, no. Se llama Iván.
- ¿Me llamábais? –preguntó alguien desde la puerta.

Y sí, efectivamente. Has acertado. Cuando arrivo a casa ti mereci un premio. Vamos, que sí, que lo has adivinado. Que sí, que era ella. Allí estaba. Era él. Sin duda. Sin trampa ni cartón. De forma casual y absurda.
En el umbral del baño estaba la explicación a lo del ascensor, a lo del cubata y a todo lo que tenía que pasar después.

Porque resulta, RESULTA: que el chico tan majo que mi follamigo Be había conocido hacía unos días y con el que pretendía que me montara un trío era, nada más y nada menos que él. El inconfundible e inimitable Iván: también conocido como…

LA PELIGROS.

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